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La pertenencia es innegociable

(Este hecho fue vivido y escrito en el 2006)

Hay situaciones, experiencias, vivencias que son “innegociables” (gracias Angélica por regalarme esa palabra y ese sentido en el último taller de tu curso). 

Y si son innegociables… para que pelearnos con ellas? ¿Tiene sentido pelearse, entrar en conflicto con algo que “es”?

Una de esas cosas innegociables son la FAMILIA a la cuál pertenecemos. Esos PADRES que son los que nos han dado la vida o de donde la hemos tomado. 

Todo esto viene como reflexión a una experiencia personal pasada estos últimos días y que me apetece compartirla. Hace dos semanas murió mi padre. Me doy cuenta que normalmente cuando hablo de ello digo “partió, marcho, se ha ido…” como una forma de no querer tocar con la realidad más desnuda, y es la de la muerte, muy posiblemente porque me duele. Pero no voy a hablar de la muerte en este escrito, no es esta mi intención. De lo que si quiero hablar es de la experiencia que tuvo unos días antes de morir. Él que no es, o no había demostrado especialmente ser religioso, ni creyente… me dijo que había tenido una experiencia: se le había aparecido sus padres a cada lado de la cama y que le habían cogido la mano cada uno. Desde ese momento decía que en varias ocasiones sentía su presencia y que a partir de ahí ese momento no le asustaba el pensamiento de morirse. Hacía tiempo que las fotografías de sus padres le acompañaban. 

No es importante creer si lo vivido fue una ilusión, un deseo, un proceso de su enfermedad… para mí es igual, no es importante. Lo importante es que lo quisiera compartir y la lectura que ese acto deja impresa sobre mí.

Aquí viene lo de la palabra innegociable. El me demostró a través de este acto, que cogía lo que venía de ellos, que volviendo a ellos, decía SÍ pertenezco. Qué ese acto no tiene nada que ver con que le hubieran dado más o menos cosas en su vida. Que no tenía que ver con haberse sentido más o menos querido. Que no tenía que ver con haber estado más o menos cerca de ellos durante su vida. Que eso tenía que ver con un acto más profundo que es volver a ellos, que es dejarse de nuevo en sus brazos. Que en el último momento vuelve a tomar de ellos. Eso si me parece un acto religioso. Esa ha sido la lección de AMOR más grande que ha podido transmitirme: Mis origenes son innegociables. 
GRACIAS. 

Si soy capaz de ver que mi procedencia es innegociable y pelearme con ella solo me puede llevar al conflicto. ¿puede ello dar lugar a algo diferente?

Patrícia Ordóñez Chica

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